La velocidad de lo inteligente: hacia una nueva cultura de la movilidad

La velocidad de lo inteligente: hacia una nueva cultura de la movilidad

Por Mercedes Martín, Embajadora de Confortauto.

Durante gran parte del siglo XX, la velocidad fue un ideal colectivo. El automóvil encarnaba libertad, progreso y poder. La publicidad prometía carreteras conquistadas, la ingeniería celebraba motores cada vez más potentes y las ciudades se construían alrededor del coche. Moverse deprisa era sinónimo de éxito.

Ese relato hoy se resquebraja. La congestión urbana, el deterioro de la calidad del aire y la urgencia climática obligan a replantear la idea de que más rápido significa mejor. En España, el transporte es responsable de casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, y solo el transporte por carretera concentra el 28,4 % del total nacional, según el Ministerio para la Transición Ecológica. Además, es una de las principales fuentes de contaminantes como óxidos de nitrógeno y partículas finas, con efectos directos en la salud de los ciudadanos.

La movilidad del futuro no puede medirse solo en kilómetros por hora. Porque la contaminación no depende únicamente de la velocidad, sino de cómo se conduce y del tipo de vehículo. Circular a gran velocidad dispara el consumo por la resistencia aerodinámica, mientras que moverse muy despacio, con arranques y paradas constantes, también aumenta las emisiones. La verdadera eficiencia está en mantener un ritmo equilibrado y constante. Y esa eficiencia no equivale a lentitud, sino a inteligencia.

La realidad española añade un matiz incómodo. El parque automovilístico nacional supera los 33,9 millones de vehículos asegurados, con una antigüedad media superior a los 14 años, una de las más altas de Europa, según ANFAC. La mitad de los coches en circulación tiene más de 15 años, y seis de cada diez cuentan solo con la etiqueta ambiental B o carecen de distintivo. Esa edad limita su eficiencia y explica por qué las ciudades siguen sufriendo altos niveles de contaminación.

A esto se suma el ritmo desigual de la transición energética. España matriculó en 2024 más de 115.000 turismos electrificados (híbridos enchufables y eléctricos puros), pero su cuota de mercado se mantiene siete puntos por debajo de la media europea. Mientras países como Francia o Alemania consolidan una adopción masiva del vehículo eléctrico, nuestro país avanza más lentamente, con un parque envejecido y una infraestructura de recarga aún insuficiente.

Cada mes de septiembre, la Semana Europea de la Movilidad busca llamar la atención sobre esta transformación cultural. No se trata solo de reducir el tráfico. Se trata de imaginar un modo de vida distinto, donde la movilidad se convierta en un servicio eficiente, flexible y compartido, más que en un objeto de consumo individual.

Algunas ciudades ya avanzan en esa dirección. La ampliación de aceras, los carriles reservados a bicicletas y patinetes, la electrificación del transporte público o las zonas de bajas emisiones reflejan un giro que parecía impensable hace apenas una generación. Lo importante deja de ser poseer un vehículo y pasa a ser disponer de alternativas fiables y sostenibles para desplazarse.

El coche sigue teniendo un lugar, pero distinto. Usarlo mejor significa planificar rutas, reducir consumos, integrar su uso con el transporte colectivo o con la bicicleta. Significa asumir que cada kilómetro recorrido tiene un coste ambiental y que la verdadera eficiencia no está en multiplicarlos, sino en optimizarlos.

La innovación, en este contexto, no consiste en acelerar más, sino en aprender a cambiar de marcha. Menos ruido y menos emisiones implican más salud, más tiempo y más calidad de vida.

España, segundo productor europeo de automóviles y uno de los diez principales a nivel mundial, afronta un dilema: un parque envejecido, una electrificación más lenta que la de sus vecinos y la urgencia de cumplir con el objetivo de descarbonización total del transporte en 2050.

Deja un comentario

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *