Cada año ocurre lo mismo: atrasamos los relojes una hora y, aparentemente, no pasa nada. Seguimos con nuestra rutina, conducimos igual, hacemos los mismos trayectos… pero la realidad es que nuestro cerebro y nuestro cuerpo sí lo notan. Y lo hace especialmente al volante.
El cambio de hora —especialmente el de otoño, que nos sumerge antes en la noche— provoca alteraciones en el sueño, en la percepción visual y en los tiempos de reacción. Y estas pequeñas modificaciones, sumadas a un entorno con menos luz natural, pueden convertir un trayecto cotidiano en un desplazamiento de mayor riesgo.
Este artículo te explica qué ocurre realmente en tu cuerpo, cómo afecta a tu conducción y qué puedes hacer para minimizar el impacto.
1. Menos luz, más riesgo: por qué el atardecer repentino afecta a todos
En cuestión de un solo día, pasamos de conducir con luz a hacerlo de noche en el mismo trayecto laboral. Y esa transición brusca tiene un impacto directo en la siniestralidad.
- Según la DGT, los accidentes aumentan entre un 15% y un 20% en las primeras semanas tras el cambio de hora de otoño, especialmente en vías interurbanas.
- También crecen los atropellos en ciudad: al anochecer antes, peatones y ciclistas se vuelven menos visibles, incluso cuando llevan ropa clara.
Nuestro sistema visual tarda tiempo en adaptarse a los cambios de contraste y luminosidad. Ese segundo extra que necesitamos para “acostumbrarnos a la oscuridad” es precisamente el que marca la diferencia entre frenar a tiempo o no.
2. El reloj interno se desajusta… y tú reaccionas más lento
El cambio de hora afecta al ritmo circadiano, ese “reloj biológico” que regula sueño, concentración y energía. Aunque parezca un ajuste pequeño, tu cuerpo puede tardar entre 3 y 7 días en adaptarse.
Efectos habituales en conductores:
- Mayor somnolencia al volante, incluso a horas en las que no debería haberla.
- Disminución de la atención sostenida.
- Pequeños microsueños de 1–3 segundos, imperceptibles pero peligrosos.
- Más irritabilidad y peor gestión del estrés en atascos o situaciones imprevistas.
Según un estudio de la Universidad de Colorado, en la semana posterior al cambio horario se registran hasta un 6% más de accidentes graves relacionados con la falta de adaptación.
3. La visibilidad nocturna no es igual para todos (y no siempre es buena)
Conducir con menos luz hace que cualquier deficiencia en la visión —aunque sea mínima— se convierta en un problema real.
Y aquí entra un dato clave del estudio de FESVIAL y Lumileds (2021):
El 82% de los conductores afirma haber circulado alguna vez con riesgo por mala iluminación del vehículo.
Además:
- El 64% ha conducido de noche por carreteras sin iluminar con dificultades claras de visión.
- Y más del 60% cree que sus luces están “perfectas”… aunque no siempre es cierto.
El cambio de hora coincide, además, con la época en la que más se detectan bombillas fundidas, ópticas opacas o sistemas LED degradados, que reducen la visibilidad sin que el conductor lo perciba.
4. Más animales en carretera y más deslumbramientos
Al oscurecer antes, aumenta la presencia de animales silvestres en horas de tráfico intenso. En otoño, especies como corzos, jabalíes o zorros cruzan carreteras coincidiendo con la hora punta.
También se multiplican los deslumbramientos por la posición baja del sol en los trayectos de mañana y última hora de la tarde. Un deslumbramiento puede reducir la visión durante hasta 3 segundos, lo que a 90 km/h significa recorrer alrededor de 75 metros “a ciegas”.
5. Cómo minimizar los riesgos: recomendaciones prácticas
Ajusta tu ritmo de sueño
Acuéstate y despiértate 15 minutos antes durante varios días antes del cambio.
Tu cuerpo se adapta mejor y reduces la somnolencia al volante.
Revisa (de verdad) tu sistema de iluminación
No basta con encender las luces:
- comprueba la altura,
- limpia las ópticas,
- revisa bombillas,
- y si tu coche es antiguo, valora actualizar a iluminación más eficiente.
Recuerda: un coche con mala iluminación reduce tu capacidad de ver… y de ser visto.
Conduce más despacio durante los primeros días
Tu capacidad de reacción está alterada. Compénsalo con prudencia.
Evita distracciones
El móvil, la radio o un navegador mal colocado empeoran el impacto del cambio horario.
Presta especial atención a peatones y ciclistas
El cambio de hora multiplica los atropellos en ciudad. Son menos visibles aunque ellos no lo perciban.
6. Revisión post-cambio de hora: tu coche también necesita adaptarse
No solo tú notas el cambio.
El aumento de conducción nocturna exige que el coche esté a punto:
- Luces y ópticas en buen estado.
- Batería revisada, ya que el frío y la iluminación constante la castigan más.
- Neumáticos con dibujo suficiente, especialmente si llueve o si las temperaturas bajan de 7 °C.
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